Hoy ha empezado (por fin) a caer nieve en Madrid… Fue estar a punto de salir del colegio y ya ibas oyendo : “Está nevando! está nevando!” … ¿Por qué? ¿Por qué la gente se pone tan contenta porque esté nevando? Sí, está nevando ¿y qué?. ¿Tan contento estás?, échale un poco de sirope de fresa por encima y ya tienes un helado…
Ya no tengo excusa para no salir de casa… El hecho de que esté nevando no me produce alegría alguna; es más, todo lo contrario; si el otoño me producía un estado de… no sé, estar mal anímicamente, el invierno es como un vacío… tal vez tenga el corazón demasiado frío y me haya convertido un “heart-less” (sin corazón).
De hecho, después de comer, he cogido el abrigo, mi “medio-paraguas” (casi roto) y he vuelto a bajar a mi parquecito, a sentarme en “mi banco” y relajarme un poco. Te quedas allí, como una estatua que suelta vapor de agua por la boca cada vez que expiras, aún así, notas tus manos, están frías; notas tus pies, empiezan a congelarse; notas la brisa fresca que te empieza a acariciar el cuello, y te abrochas el abrigo del todo…